viernes, 25 de abril de 2014

El padre Mugica cuenta su historia

El 11 de mayo de 1974 moría acribillado a balazos el padre Carlos Mugica cuando salía de la Iglesia Francisco Solano, donde acababa de celebrar una misa. El “cura villero” adhirió incondicionalmente al Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo y luchó incansablemente por mejorar las condiciones de vida de la gente humilde. A continuación, transcribimos una entrevista aparecida en el primer número de la revista Cuestionario, donde Mugica se refiere a uno de los momentos clave de su vida, cuando su mundo se derrumbó y comenzó su infatigable lucha por los pobres.

“Nací en el palacio Ugarteche, creo que lo llaman el palacio de los Patos y siempre viví en Barrio Norte; el colegio, mis amigos eran todos como yo. Mi familia tenía una honda fe cristiana y fui criado en un clima de piedad religiosa; pero era una fe trascendentalista,  muy preocupada por la salvación del alma, que no turbaba para nada la conformidad que sentíamos hacia todo lo que nos rodeaba. El otro mundo, el mundo de los humildes, no lo conocía. Me acuerdo sí, de un amigo del barrio, Giménez, hoy estanciero, que era distinto; tenía una forma especial de hablar con los pobres: simplemente se daba, me acuerdo de él por eso: porque se daba; se daba más que yo. En aquella época tenía, sin embargo, ocasión de tocar las cosas del pueblo; (…) Yo soy hincha fanático de Racing, me gustaba mucho ir a la cancha. A mi padre no le sobraba la plata: éramos siete hermanos. Entonces a mí me daba un peso por semana; la popular en ese tiempo valía 50 centavos… yo iba a la popular con Nico, el hijo de la cocinera. En la cancha, durante el viaje de ida y al regreso, Nico y yo, compartíamos las mismas cosas; además éramos iguales, bueno… bueno éramos todos iguales: era la alegría simple del pueblo y Nico y yo estábamos allí. El mundo de la burguesía, en cambio, es el mundo de las diferencias; está la puerta de servicio y la entrada de la gente; una comida para el personal de servicio y una comida para los patrones. Con el fútbol me agarraba unas ronqueras bárbaras, pero, además tenía problemas de conciencia. Yo era muy piadoso… y en mis oraciones le pedía siempre a Dios que ganara Racing el domingo, mi hermano Alejandro era de River, y él le pedía a Dios que ganara River…yo pensaba ‘ahora no se como se va arreglar Dios, y bueno…entonces habrá empate’.”

“Era un muchacho piadoso y, a mi manera, feliz. Primero, iba aprender que había otra clase de felicidad…
después lo otro: otra clase de piedad. Me acuerdo que un día charlando con mi confesor, el entonces padre Aguirre, hoy obispo de San Isidro, le dije: ‘Padre, hoy me siento un tipo feliz: primero, porque hay una chica que creo me lleva el apunte; segundo, porque Fangio acaba de ser campeón mundial y tercero, porque Racing va primero’. Esa era toda mi problemática en aquella época. Pienso que mi vida se hubiera derrumbado si Fangio volcaba con el coche o Racing perdía dos a cero. El padre Aguirre se sonrió y me dijo: ‘Mirá, yo creo que la felicidad depende de cosas más profundas…’; después lo descubrí. Un tipo extraordinario el padre Aguirre, era un hombre que se daba, un hombre que vivía para los demás. A él, después de Dios y mi madre le debo la vocación sacerdotal. Además me hizo pensar por primera vez, que la felicidad no está en las cosas de uno, sino en las cosas de los demás. Por todo eso, creo que es una de las personas importantes en mi vida. Fue un encuentro decisivo; el otro vendría mucho después… cuando estrellé con un letrero escrito en el sueño de un callejón. Mi mundo era un mundo homogéneo y sin conflictos, en el que, sin embargo, el padre Aguirre había abierto la primera, pequeñísima brecha; todavía mi piedad y mi felicidad vestían su vieja piel. Hasta los diecinueve años no se me había cruzado por la cabeza que yo podría ser sacerdote. A los veintiún años entré en el seminario: estaba todavía en tercer año de Derecho. La enseñanza que daban en el seminario, la lectura y la meditación de la Biblia, donde está indicado claramente que Dios viene por todos, pero que, principalmente Dios viene para los pobres, me habían hecho ver que el sacerdote está llamado a una vida austera, abierta a la vida de los humildes. Todavía era seminarista y entré a trabajar al lado del padre Iriarte, hoy obispo de Reconquista, que era teniente cura en la parroquia de Santa Rosa. El padre Iriarte visitaba a la gente de la parroquia; no la esperaba, la iba a buscar. No se trataba solamente de ir con la palabra de Dios; se trataba de recoger la palabra de los hombres. Tratábamos de hablar con la gente, de comprender. Era un barrio popular y la gente humilde siempre tiene problemas; había por supuesto, que evangelizar, llevar a cada uno la seguridad de que todos eran hijos de Dios, pero aparte, había que tratar de llegar a todo lo demás. A fines de 1954 y durante todo el año 55, íbamos con el padre Iriarte a visitar a la gente en sus casas. Una vez por semana, íbamos a un conventillo que quedaba en la calle Catamarca y charlábamos con la gente. Yo preparaba unos muchachos que luego tomaron la primera comunión; los domingos jugábamos al fútbol. Como en aquellas idas a la cancha con Nico, era mi otra gran experiencia de ese mundo, el mundo de los humildes del cual yo había vivido siempre distante. Pero esta vez, me iba a dar cuenta que era más adentro, bien adentro.”

“Eran los días finales del gobierno peronista. En mi familia, mi padre estaba prófugo y tenía dos hermanos en Villa Devoto. En el Barrio Norte se echaron a vuelo las campanas y yo participé del júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón. Una noche, fui al conventillo como de costumbre. Tenía que atravesar un callejón medio a oscuras y de pronto, bajo la luz muy tenue de la única bombita, vi escrito, con tiza y en letras bien grandes: ‘Sin Perón, no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos’. La gente del conventillo me
conocía bien, yo había intimado bastante con ella durante todo ese tiempo (después seguí yendo, casi todo el año 56). Sin embargo, para mí lo que ví escrito fue un golpe: esa noche fue el otro momento decisivo en mi vida. En la casa encontré a la gente aplastada, con una gran tristeza. Yo era un miembro de la Iglesia y ellos le atribuían a la Iglesia parte de la responsabilidad de la caída de Perón. Me sentí bastante incómodo, aunque no me dijeron nada. Cuando salí a la calle aspiré en el barrio la tristeza. La gente humilde estaba de duelo por la caída de Perón.”

“Y si la gente humilde estable duelo, entonces yo estaba descolocado: yo estaba en la vereda de enfrente. Me acordé de María. Había ocurrido hacía mucho tiempo; lo tenía olvidado. Un verano había ido con mi hermano, en las vacaciones, al campo. Desde entonces les escribí a mis padres. En la despedida de la carta había puesto: ‘Saludos a las sirvientas’. Cuando volvimos de afuera María me dijo: ‘Carlos, nosotros no somos sirvientas: somos seres humanos’. Era la misma cosa que el letrero del callejón. Si María hubiera escrito en una de las paredes de mi casa ‘… somos seres humanos’, bueno… se lo hubieran hecho borrar o tal vez la hubieran echado. Sí, yo estaba en la vereda de enfrente. Ahora la gente pobre estaba de duelo y debía pensar en el significado de esa tristeza. Cuando volvía a casa, a mi mundo que en esos momentos estaba paladeando la victoria, sentí que algo de ese mundo, ya, se había derrumbado. Pero me gustó.”


Fuente: Revista Cuestionario Nº 1, mayo de 1973

viernes, 18 de abril de 2014

Arturo Frondizi el último estadista

Un día como hoy, el 18 de abril de 1995, fallecía el abogado, periodista y político, Arturo Frondizi. Fue
elegido presidente de Argentina y gobernó entre el 1 de mayo de 1958 y el 29 de marzo de 1962, cuando fue derrocado por un golpe de estado militar.
Arturo Frondizi nació el 28 de octubre de 1908 en Paso de los Libres, Provincia de Corrientes. Afiliado a la Unión Cívica Radical en la década de 1930, Frondizi fue uno de los líderes que renovaron esa fuerza política en la década de 1940, dando origen a la corriente intransigente.
En 1946, debutó en un cargo político como diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires. En 1951 integró la fórmula presidencial de la UCR como candidato a vicepresidente, junto a Ricardo Balbín.
Su gobierno estuvo caracterizado por un viraje ideológico, inspirado por Rogelio Frigerio, hacia un tipo de desarrollismo menos impulsado desde el Estado y más orientado al desarrollo de la industria pesada como consecuencia de la instalación de empresas multinacionales.
La política exterior de Frondizi buscó acercarse a la administración demócrata de Kennedy en Estados Unidos, pero mantuvo una línea independiente e incluso llegó a reunirse en secreto con Ernesto Che Guevara.
Frondizi no logró terminar su mandato presidencial, ya que fue derrocado por un golpe de estado el 29 de marzo de 1962. Los militares lo llevaron preso a la isla Martín García.
 La fundación Konex le condecoró de forma póstuma en 1998 con el Premio Konex de Honor.

Frases y Citas Célebres de Arturo Frondizi
“Un pueblo pobre y sin esperanzas no es un pueblo libre. Un país estancado y empobrecido no puede asegurar las instituciones democráticas. Por el contrario, es campo propicio para la anarquía y la dictadura.”
“Sin desarrollo nacional no hay bienestar ni progreso. Cuando hay miseria y atraso en un país, no solo sucumben la libertad y la democracia, sino que corre peligro la soberanía nacional.” 
“Cambie mi postura por que prefiero renunciar a una actitud intelectual irreal, que mantenerla en desmedro de los intereses del país” 
[Esto lo dijo después de cambiar de opinión con respecto a la capacidad de YPF, para poder extraer petroleo.]
“Solamente los débiles eluden la confrontación con hombres que no piensan como ellos. Ninguno de los estadistas de las grandes naciones occidentales rehúsan hablar con los dirigentes de los países comunistas. Nosotros no queríamos ser jamás gobernantes de un pueblo que tiene miedo de confrontar sus ideas con otras ideas” 

viernes, 11 de abril de 2014

Bahía Blanca festeja su 186º aniversario

Bahía Blanca es una ciudad situada estratégicamente al sur de la provincia de Buenos Aires en la transición de las regiones pampeana y patagónica. Cuenta con un puerto comercial de aguas profundas lo que lo convierte en el segundo centro urbano más importante sobre el mar Argentino después de la ciudad balnearia de Mar del Plata.

Es la cabecera del partido homónimo. La ciudad se ha consolidado como uno de los centros comercial, cultural, educativo y principalmente deportivo, más importante del país que cuenta además con importantes museos y bibliotecas, y su infraestructura turística incluye notables circuitos arquitectónicos, paseos y parques. Constituye además un destacado nudo de transportes y comunicaciones entre los flujos económicos del suroeste de la provincia de Buenos Aires y del valle del Río Negro y gracias a su infraestructura terrestre, marítima y aeroportuaria establece relaciones a nivel regional, nacional e internacional.

Según datos del censo 2010, el partido de Bahía Blanca cuenta con una población de 301.531 habitantes donde se le debe restar la localidad de Cabildo y la población rural establecida en 2.430 personas, por lo tanto 299.101 habitantes corresponden al gran Bahía Blanca, el decimoséptimo conglomerado urbano del país.

Aunque la ciudad de Bahía Blanca propiamente dicha se encuentra a casi 10 km del Mar Argentino, se encuentra conurbada con otras ciudades y poblaciones costeras, entre las que podemos destacar el puerto de Ingeniero White. A través del mismo, constituye la salida natural de la producción agrícola de la región pampeana, destacada cuenca agroexportadora de Argentina.

La presencia de centros académicos de sólido prestigio en los niveles universitario y terciario garantiza la formación profesional de recursos humanos altamente cualificados. Se destacan dos universidades nacionales: Universidad Nacional del Sur (UNS) y Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y una tercera en formación.Hacia fines del siglo XVIII los mapas no ofrecían muchos detalles de la costa sur de la actual provincia de Buenos Aires, el gobierno español, en 1805, mandó reconocerla oficialmente. En el curso de la década que comienza en 1810 aparecen algunos croquis que esbozan las líneas generales de una bahía que a causa del tono blanquecino de sus barrancas y del color de su costa anegadiza fue conocida como la Bahía Blanca. Era indudable que dicha región que figuraba en el mapa de Brué, ofrecía un lugar estratégico para fundar un puerto que permitiera extender hasta la costa la línea de fortines.

La nueva República demandaba seguridad para sus ciudadanos, que se iban desbordando de los primitivos centros poblados para adentrarse en las tierras del indio. La travesía a las salinas se hacía cada vez más arriesgada. Con la consecuente fundación de la ciudad de Tandil, en 1822 travesía a la región del sur se presentaba inhóspita. Era imperioso que la seguridad se extendiera hasta el océano, frente a contingencias de serio contratiempo se podría tener contacto con las líneas de defensa mediante la navegación, eludiendo así las penosas travesías terrestres.

El primer proyecto de fundación data de diciembre de 1823, cuando el gobierno destacó a José Valentín García para que fuese a la Bahía Blanca a los efectos de estudiar, con el personal necesario para tales tareas, el lugar más estratégico de la bahía para establecer un puerto.

El segundo proyecto data del año 1824 siendo gobernador de Buenos Aires el General Martín Rodríguez, y ministros de Gobierno y de Hacienda Bernardino Rivadavia y Manuel José García, respectivamente. El principal promotor de dicho plan colonizador fue Vicente Casares, cuyas ideas fueron aprobadas el 26 de febrero de dicho año. Entre las resoluciones tomadas estaban la de facilitarle todas las armas, herramientas, materiales de construcción, 20.000 pesos y 100 hombres para que la fundación se llevara a efecto. Poco después se rescindía el contrato.

Con fecha del 16 de febrero de 1824 se publicó un valioso informe en el "Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires". Los datos expuestos ahondaron en la convicción de la factibilidad de una empresa definitiva. En 1824 el gobernador Martín Rodríguez realizó una campaña militar contra los indígenas llegando hasta la bahía Blanca. Iba con él el comerciante Vicente Casares, contratado para realizar la fundación, pero el gobernador la consideró impracticable y rescindió el contrato. El proyecto fundacional se vio impulsado por Bernardino Rivadavia durante la Guerra del Brasil cuando la flota brasileña intentó ocupar Carmen de Patagones en marzo de 1827.

Finalmente la ciudad fue fundada como Fortaleza Protectora Argentina por el Coronel Ramón Bernabé Estomba el 11 de abril de 1828, un fuerte con función de proteger el ganado codiciado por el indio, y la costa de la flota de Brasil. Más tarde en septiembre de 1833, el fuerte sería visitado por Charles Darwin en su periplo por Suramérica. Escudo de Bahía Blanca

A 7 kilómetros del centro comercial se encuentra el Puerto de Ingeniero White y la localidad del mismo
nombre. El complejo portuario abarca 25 kilómetros sobre la costa norte de la ría de Bahía Blanca. Posee un moderno balizamiento con 62 boyas luminosas alimentadas por energía solar. En el interior de la ría, está el Puerto de Ingeniero White con un calado de 45 pies. El Muelle Multipropósito de 270 metros de eslora recientemente inaugurado, los muelles de Puerto Galván y la Posta de Inflamables completan las instalaciones.

Este sistema portuario ofrece una salida directa al Océano Atlántico desde el único puerto de aguas profundas del país, con muelles para operar todo tipo de buques y mercaderías, y el primer puerto autónomo de la Argentina. Posee además un sistema de control de tráfico radarizado, único en América Latina.

El Puerto de Bahía Blanca ha sido históricamente un puerto de cereales por su proximidad a las principales zonas agroexportadoras del país. Hoy es además químico y petroquímico, y exporta principalmente materias primas. Una Reserva Natural de uso múltiple que comprende varias islas e islotes adyacentes, ubicada al N NO del canal principal, permite la investigación para el uso racional de los recursos naturales con el objeto de conservar el ecosistema.

A lo largo de su historia, Bahía Blanca ha sido referida como La Capital del Básquetbol Argentino y eso se debe a que es la ciudad que más basquetbolistas de alta competencia ha dado del país, destacándose muchos de ellos a nivel nacional, como así también en equipos de la Federación Europea de Baloncesto (FIBA Europa), y otros incluso en equipos de la NBA. Aunque el hecho más destacable es la victoria del seleccionado bahiense sobre Yugoslavia, que venía de ser campeona invicta en el mundial del 70, el 3 de julio de 1971 en el estadio Norberto Tomás (Olimpo) por 78 a 75.

Personalidades destacadas
Escritores: Eduardo Mallea, Guillermo Martínez, Ezequiel Martínez Estrada, Roberto Payró,
Premio Nobel de Ciencia (medicina): César Milstein
Deportistas: Ángel Cappa, Alfio Basile, Daniel Bertoni, Juan Ignacio Sánchez, Alejandro Montecchia, Emanuel Ginóbili, Juan Alberto Espil, Hernán Montenegro, Rodrigo Palacio, Martin Perpetua, Ernesto Lazzatti, Guido Pella, Sergio Santos Hernández, Lucas Benamo, Ramiro Scuncio, Germán Pezzella, Martín Aguirre, Bernardo Stortoni y también el maratonista Armando Sensini y el ajedrecista Héctor Rossetto, la golfista Susana Garmendia, Alberto Pedro Cabrera.
Músicos: Carlos di Sarli, Abel Pintos,, Zambayonny, Diego Savoretti,Roberto Achaval,Armando Lacava, Luis Bonnat, Gaby "la voz sensual del tango", Nora Roca, Samuel Kerlleñevich, Carlos Visnivetski, el reconocido percusionista Ramiro Musotto, el cantante y compositor Milton Amadeo, Javier Inchausti, violinista
Médicos: César Milstein, Miguel Eduardo Jörg.
Escudo de la Ciudad de Bahía Blanca.
Fue creado por Ordenanza del 18 de mayo de 1943. El autor del escudo y sus fundamentos heráldicos fue don Enrique Cabré Moré, Director Honorario del Museo y Archivo Histórico Municipal.

Un ancla romana simboliza la tradición portuaria de la ciudad, cuya bahía brinda un refugio natural a los barcos de todas las naciones.

Una cruz cristiana, integrada al ancla, representa la condición católica de Bahía Blanca desde sus inicios.

La entrada de mar, con sus playas blancas, recuerda la toponimia de as cartas marinas, inspiradas en referencias del piloto y cosmógrafo Pigafetta de la armada de Magallanes, que en febrero de 1520 la denominó “baxos de arenas blancas”, y a partir de 1760 fue conocida como “bahía blanca”. Con este nombre se designaba históricamente al territorio comprendido entre el mar y las Sierras de la Ventana – que los indígenas denominaban “Casuhati”-, y desde el río Sauce Grande hasta el río Colorado.

El origen militar de la ciudad está representado por un fuerte sobre el que flamea una bandera argentina, recordando a la desaparecida “Fortaleza Protectora Argentina”, fundada el 11 de abril de 1828, y que diera origen a la ciudad de Bahía Blanca.

El color “amarillo oro” simboliza el amor a la patria, el “celeste claro” la paz y el bienestar del pueblo, el “verde” o “sinople” la fe y esperanza en el futuro, el “azul” el deber de los ciudadanos de velar por la seguridad de los hogares, el color “blanco” o “plata” simboliza la solidaridad, el “rojo” la defensa ante la justicia, y el “negro”, el estímulo al desarrollo de las artes y las ciencias.
El Himno a Bahía Blanca, fue escrito y musicalizado por Carlos Alberto Leumann y Pascual De Rogatis artistas que curiosamente no eran oriundos de la ciudad, la obra fue estrenada en el Teatro Municipal por la orquesta dirigida por el maestro Luis Bilotti y la participación del coro de la Escuela Normal Mixta, en la gala de conmemoración al centenario de la fundación de la ciudad el 11 de abril de 1928.

Himno a Bahía Blanca
Letra: Carlos A. Leumann
Música: Pascual de Rogatis

Por nacer entre océano y pampa,:
con el cielo por límite azul,
a infinita grandeza te orientas
y es tu nombre una imagen de luz.

Mensajero tal vez de los Andes
tu barranco se yergue ante el mar,
para un cóndor audaz cuyo vuelo:
se llamase a progreso inmortal.
en la patria tu ingente labor;
por la patria tu impulso es un vuelo,
para un cóndor audaz cuyo vuelo:
por la patria tu vida es amor.

Coro
Entre el mar infinito y la pampa
vas creciendo, animosa ciudad,: (bis)
y en la imagen de luz de tu nombre
se presiente tu gloria mundial.