miércoles, 30 de marzo de 2016

Hace 223 años nacía Juan Manuel de Rosas

Gobernador de Buenos Aires (1829-1832; 1835-1852).
Lideró todas las provincias en ese período y dio su nombre a esa época de la historia Argentina de la cual fue símbolo.
Nació en Buenos Aires el 30 de marzo de 1793, de padres pertenecientes a familias de ricos y poderosos terratenientes.
Se crió en una estancia de la familia cerca del Salado, ingresó en la escuela de Francisco Javier Argerich en Buenos Aires a la edad de ocho años.
Interrumpió sus estudios para formar la compañía de niños para luchar contra las invasiones inglesas de 1806/7
Cuando tuvo que elegir entre regresar a la escuela o ir a la estancia de la familia en Rincón de López (donde los indios habían matado a su abuelo en 1783), se decidió por lo último, afirmando que lo único que quería en la vida era ser estanciero.
Permaneció allí durante los años plenos de acontecimientos que siguieron a la Revolución de Mayo; fue administrador de esa estancia en 1811 y al poco tiempo demostró poder desempeñar con habilidad tanto las tareas del gaucho como las del control y comercialización.
En 1820, se casó con Encarnación de Ezcurra.
Se enfrentó con sus padres por una cuestión de honor relacionada con su administración de la estancia de la familia, cambió y simplificó el nombre de Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas por el de Juan Manuel de Rosas y comenzó su exitosa carrera como estanciero independiente.
Se asoció con Juan Terrero para establecer un saladero, Las Higueritas, cerca de Quilmes; cuando el gobierno lo clausuró, compraron una estancia y comenzaron uno nuevo. Luego fundaron Los Cerrillos sobre el río Salado cerca de la frontera con los indios.
Su primera actuación oficial fue en 1818 a pedido del Director Supremo Pueyrredón para que asumiera la responsabilidad de defender la frontera sur de los ataques de los indios.
Logró resolver los problemas por medio de tratados con los caciques indios a quienes conocía bien. Al año siguiente envió al gobierno un plan para el desarrollo, la vigilancia y la defensa de las pampas más remotas, anticipando en sesenta años la Conquista del Desierto.

Se unió al ejército de Rodríguez en Buenos Aires para luchar, con Manuel Dorrego, en la campaña contra José Miguel Carrera, Carlos M. de Alvear y Estanislao López en su oposición al gobierno de Buenos Aires.
Renunció al ejército con el rango de coronel; regresó a Los Cerrillos y la vida de campo.
Continuó preparado, con sus gauchos y peones armados, para proteger la frontera contra el ataque de los indios, instaló fuertes a lo largo de la nueva línea de frontera e hizo nuevos acuerdos con los indios, pero Rivadavia (entonces presidente) se negó a aceptar las condiciones de Rosas.
Los indios renovaron sus ataques y Rosas, que tenía su estancia en la frontera, se convirtió en un poderoso opositor de Rivadavia. Para ese entonces se había hecho federal, opuesto violentamente a los unitarios, dirigidos por Rivadavia.
Después de la renuncia de Rivadavia (1827), Rosas fue designado comandante de la milicia con órdenes de lograr la paz con los indios y de establecer un pueblo en Bahía Blanca. Realizó con éxito ambos cometidos. Cuando el unitario Lavalle destituyó del cargo de gobernador de Buenos Aires a Dorrego en 1828, Rosas dirigió sus propios hombres contra aquél, se unió a Estanislao López de Santa Fe para derrotar a Lavalle en Puente de Márquez, el 26 de abril de 1829, y en julio Lavalle y Rosas firmaron una tregua.
El 6 de diciembre de 1829, Rosas fue nombrado gobernador de Buenos Aires con poderes extraordinarios; desde entonces hasta febrero de 1852 -con la excepción del corto período desde 1832 hasta 1835- dominó no sólo Buenos Aires, sino también las provincias.
Rosas designó un gabinete capaz, incluyendo a Tomás Guido como ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores, Manuel J. García como ministro de Hacienda y Juan Ramón Balcarce como ministro de Guerra y Marina; una de sus primeras acciones fue celebrar un solemne funeral por Dorrego, ejecutado por Lavalle el año anterior; luego confiscó las propiedades de aquellos que habían intervenido en la revolución del 1º de diciembre de 1828, que había derrocado al gobierno de Dorrego; utilizó estos fondos para recompensar a los veteranos de su ejército restaurador y a los agricultores y peones que hablan sufrido grandes pérdidas en la lucha.
Rosas, que creía firmemente que una reorganización nacional constitucional era prematura en ese momento, retiró el apoyo de Buenos Aires; el 5 de diciembre de 1832, fue reelecto gobernador pero no aceptó el cargo, a pesar de las súplicas del pueblo, porque no se le otorgaban poderes extraordinarios. Juan Ramón Balcarce asumió la gobernación de Buenos Aires pero comenzaron a surgir desavenencias entre sus partidarios y los de Rosas; destituido por Rosas en la "Revolución de los Restauradores", lo siguió Juan José Viamonte (1833-1834); mientras tanto, Rosas había ido al sur de la provincia para dirigir las fuerzas expedicionarias hacia el corazón del territorio al sudoeste, oeste y noroeste de Buenos Aires.
Una sequía de tres años había sido desastrosa para la pastura del ganado y era esencial conseguir nuevas tierras; con casi dos mil hombres, Rosas empujó a los indios más hacia el sur, abriendo nuevas tierras, destruyendo tribus de importantes caciques que habían atacado los pueblos de Buenos Aires, matando o capturando a miles de indios, rescatando unos dos mil cautivos de ellos y explorando los cursos de los ríos Neuquén, Limay y Negro hasta el pie de los Andes.
Finalmente, firmó la paz con los indios, prometiéndoles la comida necesaria a cambio de su rendición y otras concesiones; esta paz duró veinte años; a su regreso a Buenos Aires, se lo aclamó con entusiasmo como héroe conquistador; la legislatura le confirió el título de "Restaurador de las leyes", le otorgó la isla de Choele Choel (que no aceptó pero tomó a cambio sesenta leguas cuadras de tierras buenas para la pastura, cercanas a Buenos Aires); se le rindieron otros muchos honores.
El gobierno se encontraba en dificultades, doña Encarnación y los partidarios de Rosas habían sabido manejar la situación política contra los gobiernos en el poder durante su ausencia; ya se habla creado la Mazorca, policía secreta, que incitando al pueblo a apoyar a Rosas y atemorizando a sus opositores, provocó la caída de Viamonte. Bernardino Rivadavia había regresado al país, después de un exilio de cinco años, pero no se le autorizó a permanecer. Se había comenzado a usar la cinta o divisa punzó (cinta o distintivo rojo subido, color de los uniformes usados por la primera unidad militar de Rosas contra los británicos y luego por los combatientes de los indios del sur) como emblema de la lealtad federal (luego fue obligatoria); el más grande rival de Rosas, Juan Facundo Quiroga, había sido asesinado en febrero de 1835.
El 7 de marzo, el gobernador interino, Manuel Vicente Maza, renunció y Rosas aceptó el cargo siempre que se le otorgaran poderes judiciales, ejecutivos y legislativos ilimitados y que un plebiscito aprobara su nombramiento; el 13 de abril de 1835, tomó el poder.
Por primera vez desde la Revolución de Mayo, se unieron las provincias argentinas bajo un gobierno central (de hecho, no de derecho) decidió a hacer respetar su autoridad por cualquier medio; de inmediato, Rosas dejó cesantes o pidió la baja de cientos de funcionarios del gobierno, empleados y oficiales del ejército, cuya lealtad hacia él no era del todo clara; a lo largo de su mandato enfrentó despiadadamente la oposición individual, grupal o institucional y demandó una constante demostración de lealtad; su propósito según decía era conservar la paz y el orden para que la nación pudiera prosperar política, social y económicamente.
Durante este período, la industria ganadera dominó la vida nacional con sus demandas de más tierras para el pastoreo, nuevas fuentes de sal para los saladeros y la creciente monopolización por parte de Buenos Aires del lucrativo comercio de carne salada y desecada.
Rosas estaba muy involucrado en todo esto como estanciero, y propietario de mataderos, saladeros y del monopolio de la sal.
En 1851, Justo José de Urquiza de Entre Ríos, uno de los generales más importantes de Rosas, anunció su intención de derrocar a Rosas.
Con la ayuda de los unitarios, las fuerzas de Rivera, el Brasil (contra el que Rosas había luchado por el Uruguay) y la mayoría de los caudillos provinciales, las fuerzas de Rosas fueron vencidas en la batalla de Caseros: el 3 de febrero de 1852 una era había llegado a su fin.
Rosas, con su familia, fue llevado a Inglaterra en un barco inglés. Se estableció en un pequeño pueblo de Inglaterra (Swarkling) cerca de Southamptom, donde vivió durante veinticinco años de los aportes partidarios de Buenos Aires (hasta de Urquiza) porque su enorme fortuna había sido confiscada; murió y fue enterrado allí. En 1990 se repatriaron sus restos a la Argentina y se colocaron en el cementerio de La Recoleta
Extractos de la "Carta de Hacienda de Figueroa" (recomendamos a todos leerla completa), donde Rosas nos deja su profundo pensamiento sobre la Organización y Constitución Nacional:

"...En este lastimoso estado es preciso crearlo todo de nuevo, trabajando primero en pequeño; y por fracciones para entablar después un sistema general que lo abrace todo. Obsérvese que una República Federativa es lo más quimérico y desastroso que pueda imaginarse, toda vez que no se componga de Estados bien organizados en sí mismos (..); de consiguiente si dentro de cada Estado en particular, no hay elementos de poder para mantener el orden respectivo, la creación de un Gobierno general representativo no sirve más que para poner en agitación a toda la República a cada desorden parcial que suceda, y hacer que el incendio de cualquier Estado se derrame por todos los demás. Así es que la República de Norte América no ha admitido en la confederación los nuevos pueblos y provincias que se han formado después de su independencia, sino cuando se han puesto en estado de regirse por sí solos, y entre tanto los ha mantenido sin representación en clase de Estados; considerándolos como adyacencias de la República."
"El Congreso general debe ser convencional, y no deliberante, debe ser para estipular las bases de la Unión Federal, y no para resolverlas por votación."
"El Gobierno general en una República Federativa no une los pueblos federados, los representa unidos: no es para unirlos, es para representarlos en unión ante las demás naciones: (..) En una palabra, la unión y tranquilidad crea el Gobierno general, la desunión lo destruye; él es la consecuencia, el efecto de la unión, no es la causa,"

sábado, 12 de marzo de 2016

Día del Escudo Nacional Argentino

Aunque no posee una fecha de creación exacta, el Escudo Nacional de la República Argentina fue aprobado por decreto, durante la sesión del 12 de Marzo de 1813 en la Asamblea General Constituyente.
. El mencionado decreto se encuentra en el Archivo General de la Nación y reza una redacción en su letra donde ordena que el Supremo Poder Ejecutivo use el mis mo sello de este Cuerpo Soberano, con la sola diferencia de que la inscripción del Círculo sea la de: Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata y los allí firmantes son el presidente de la Asamblea Tomás Antonio Valle, y el diputado Hipólito Vieytes, secretario de la misma.
El objetivo de este nuevo distintivo, además de ser un escudo de Armas, buscaba diferenciar los sellos utilizados por el gobierno del Virreinato a partir de ese momento en adelante. Es por esto que se le encomendaría al diputado de San Luis Don Agustín Donado de tamaño emprendimiento, quien le daría el trabajo a Juan de Dios Rivera Túpac, grabador y artesano del Perú, autor material de nuestra heráldica principal. Más allá de basarnos en esto, hay indicios de que días antes ya se había visto este diseño, pero no llegó nunca a saberse quien lo realizó exactamente.
Se cuenta que uno de los posibles intervinientes en crear las formas del Escudo Nacional podría haber sido Bernardo José de Monteagudo, político y abogado de Tucuman con una amplia carrera militar, y que el sello del Escudo apareció días antes de su aceptación en la Asamblea, el 22 de febrero de 1813 en una carta de ciudadanía para extranjeros, siendo la primera que aparece el mismo, otorgada ese día a Don Francisco de Paula Saubidet quien sería años más tarde el primer director del Archivo General que tuvo la Provincia de Buenos Aires, motivo por el cual suele tomarse en algunos casos el 22 de febrero como día del Escudo Nacional.
Diseño del Escudo Nacional
Descripción:
Su base está emplazada en una elipse u óvalo con su eje mayor en la vertical, a su vez dividido horizontalmente en dos mitados o campos, denominados cuarteles, siendo azul el de arriba y blanco el de abajo.
En la parte superior se encuentra un sol naciente, luego en el cuartel inferior blanco aparecen dos brazos, estrechandose de manos, sosteniendo un bastón o pica y un gorro frigio en su extremo superior.
En sus dos laterales está rodeado por una ornamentación con dos ramas de laurel que se anudan por debajo con una cinta en color celeste y blanco.
Significado del Escudo Nacional:
El óvalo dividido en dos lleva los colores que el año anterior se habrían adoptado para la enseña patria, con el azul celeste para representar la Justicia y la Lealtad, acompañado debajo por el blanco que denota la Fe y la Pureza.
El sol asomando en la parte superior, quizás en concordancia con la letra del himno que Vicente López y Planes ya tenía congeniada desde el año anterior, perpetrado en oro, apunta a la prosperidad, simbolizando el nacimiento de esta nueva nación.Ya en el campo blanco inferior, los dos antebrazos apretando su mano derecha, muestran una unión entre las Provincias del Río de la Plata, la fraternidad entre estos pueblos, sosteniendo la pica que divide simétricamente los dos cuarteles mostrando un equilibrio y compromiso entre los hombres y el gorro frigio, de origen y formas jacobino, símbolo de la Revolución Francesa, La Libertad, el arraigamiento de la soberanía popular.Por último las dos ramas de laureles simbolizando los logros y la independencia, coronando al Escudo en toda su extensión, y la cinta uniendo fraternalmente todo por debajo con los colores nacionales.
Por eso sean eternos los laureles que supimos conseguir, coronados de gloria vivamos... salud a todo el pueblo argentino en el día de su escudo nacional!!